sábado, 29 de septiembre de 2007

CADAVER SENECTO (No más hojas en mis bolsillos)

Ayer seco mantuve este papel,
Oculto de la debilitante humedad,
Para que sin saberlo documentara,
Este sentir vació y cruel;
Pues una vez mas la ciudad me ha atrapado,
En su lluvia con tráfico espeso,
En su lluvia condenante y mortífera;
Quisiera no haber tenido tinta,
Para escribir estos opacos versos,
De un poema triste y sin luz;
Pero ya es tarde, y debo terminar,
Pero ya es tarde, y debo culminar;
Las letras que álgido he iniciado,
Rodeado del panorama sollozante,
De la urbe sucia y estancada;

Más allá de lo insomne me esperan,
Albas y ocasos solitarios e irremediables;
Me esperan más allá de lo insomne,
Ocasos y albas abandonados e ineludibles;
En el desespero mismo de la vida,
En el correr de tiempo y el negro aguado,
De esto que llamo alma de mis párrafos;
De esto que emana de mi pluma,
En la insípida calma resignada,
Para integrar mas paginas melancólicas,
Del conjunto de lo que trágico se define,
Como mis creaciones muertas;
Composiciones desprovistas de alegría,
Que suelen hacerme compañía,
En lo desesperante de mí sin motivo;
Para todos con nada,
Para nada con todos;

Quisiera encontrar el eslabón,
Que inquebrantable me encadenara al mundo;
Pero es demasiado temprano,
Para apresurarme a elaborar absurdamente,
Conjeturas absolutas y fatalistas;
Pues desconozco cuantos mañanas me sobran,
Para adornar el almanaque y brindarme vejez,
Y con ello sufrir la metamorfosis desfórmante,
Que asemeje mi apariencia externa,
A lo interno de mis entrañas tibias;


Y finalmente lucir más acorde a la razón de estos latidos,
Siendo percibido por mi entorno circundante,
Cual semi-diluido cadáver senecto.


Fernando García M.

Un Cuento de NAGAS: Primera Parte

Me despierto del que al parecer a sido un extenso sueño. Puedo abrir mis ojos y contemplar maravillada la belleza de mi entorno. Miro de un lado a otro, arriba, abajo, todo lo observo, entre aturdida y encantada. Me percato de mi figura y noto la presencia de una única y extensa extremidad revestida de pequeñas pero suntuosas escamas doradas. Es elegante y hermosa y la puedo sacudir de un lado a otro, es mas, puedo nadar de un lado a otro usando mi espectacular e innovador accesorio. Avanzo un poco más y puedo contemplar mi hermoso vientre, por cierto muy femenino, y esa línea divisoria entre mi naturaleza humana y divina. Continúo mirando fijamente mi ombligo, un agujero pequeño y poco profundo; puedo sentir la suavidad de mi piel en ese lugar y recorro lentamente cada parte de mi tronco, advirtiendo la estrechez de mi cintura, lo abultado de mis pechos, mi cuello fino y alargado, que le da un toque de elegancia a mi estilo. Advierto el reflejo de mi rostro en el agua y con gran admiración noto la perfección de mis rasgos, unos ojos grandes de un color indescifrable, profundo, luminiscentes, como si ardieran desde el interior; pareciera que puedo verme a través de ellos.


Es placentero descubrir tanta delicadeza junta, y continúo detallando cada uno de mis rasgos por separado, hasta llegar a mis labios, mis suaves, tiernos y a la vez incitantes labios rojos intenso, carnudos, con la frescura de los petalillos de una rosa que apenas empieza a existir; me sonrío y veo mis dientes que son como perlitas plantadas de modo organizado perfectamente armónico. Mis cabellos negros, lacios y largos cubren mis pechos y llegan hasta mi cintura. Miro también mis manos, finas y delicadas, mis dedos largos y delgados, parecen frágiles, pero actúan con elegancia y exactitud.

No ha pasado más de un minuto luego de mi despertar y ya estoy extasiada con mi propia hermosura; no acabo de fascinarme cuando comprendo la finura y exquisitez con la que fui creada. Y no es necesario mirarme para estar al tanto pues todo mi entorno se ha dado a la tarea de revelármelo; la naturaleza y la magia me rinden homenaje y son ellos quienes se encargan de ensalzar mi beldad. Me levanto de mi aposento, y doy vueltas entre retozando y bailando, y es entonces cuando al modular mis labios me doy cuenta de un sonido que nace dentro de mi, se llama voz y los humanos lo utilizan para comunicarse; puedo cantar siguiendo el sonido del viento. Mi voz es tan suave y melodiosa que ya algunos intrusos se han acercado detrás de los arbustos solo para deleitarse.

No muy lejos de mi, detrás de un conglomerado de rocas puedo divisar un intruso. Es quizás el humano más apuesto que he visto; es tan blanco que casi puede cegar con el reflejo del sol, sus cabellos negros, un poco alborotados y sus labios, pequeñitos y delgados, me llaman poderosamente la atención. Mi curiosidad va más allá. Quiero saber quien es, como se llama, donde vive, a que reino pertenece, quiero acercarme y solo tocarlo, solo me conformo con eso pero al pretender hacerlo su figura ha desaparecido. ¿A dónde se ha ido? Me apresuro y corro torpemente hacia el lugar de mi objetivo y entonces me doy cuenta que ahora porto un par de piernas humanas; me entretengo ante mi nuevo descubrimiento y al volver la mirada trato de buscar a mi intruso entre los arbustos y no encuentro más que la ausencia que ha dejado su rastro. ¿Fue acaso una ilusión o una simulación de mis pensamientos?

He regresado a la laguna. Un aire de incertidumbre me embarga, una extraña sensación de soledad inminente, un vacío, algo que nunca había experimentado. Recuerdo aquella imagen fabulosa, fantástica, quizás producto de mi imaginación y en un intento por subsistir en lo atormentador de mis pensamientos comienzo a fantasear. Imagino a aquel intruso llegar de entre las rocas y con un aire de imponencia, se acerca y toma una de mis manos entre las suyas y simplemente el silencio que antes parecía incomodo, es ahora la mejor música de fondo para el momento. Cierro los ojos y siento como sus labios, pequeños y definidos se acercan, tanto que ya puedo sentir su respiración. Solo un milímetro mas y ya puedo sentir como esa dulce boca, antes inverosímil, rosa dócilmente la mía para completar el extasío del cual ya había empezado a ser presa. Con mis ojos cerrados aún, empiezo a acariciar su pecho solo para confirmar su apariencia varonil, sus pezones erectos por el placer que le engendra mi proximidad se enardecen por el deleite y el encanto.

Una vez me encuentro en mi mayor punto de sensibilidad abro los ojos y veo como el cielo se ha teñido de azul intenso por el retornar de la noche.

Fue un día corto pero placentero, ficticio pero a la vez real, perfecto pero a la vez solitario. Entonces recapacito y me pregunto ¿A dónde se han ido todos? Y es en aquel momento en el que comienzo a recordar, quien soy, de donde vengo, a donde pertenezco y cual es la atroz realidad a la que estoy sometida. Castigada por mi injuria, soy la Naga mas hermosa de la laguna, que ahora se ha convertido en pantano; soy capaz de aniquilar a cualquier intrépido enamoradizo que se acerque con solo utilizar mis encantos, no poseo armas mortales ni venenos letales, y mi cola no es tan fuerte como para constreñir a mis presas, solo mi hermosura es la carnada perfecta para atrapar a mis victimas y es suficiente una mirada seductora para provocar un efecto de parálisis total hasta inducir la muerte.

Pero soy simplemente diferente, mi nobleza a pesar de mi naturaleza perversa y mi perfección física han provocado la envidia de todas las Nagas del reino. Me han convertido en su prisionera y me han hurtado el control de mi magia. Ahora solo de manera involuntaria ataco a cuanto intruso se me acerca utilizando el poder que se me ha dado y sufro por no poder hacer nada al respecto.

Continuará…


Anónimo

martes, 25 de septiembre de 2007

PLACER SANGUINARIO: Más allá de la Ira

...Estaba oscuro y los andenes de aquel callejón aún estaban impregnados por ese fétido olor a orina concentrada...

Como si no les importase, yacían en la acera los bultos dormidos de cuanto mendigo la noche embistió, soportando el frío de la noche y el hedor del recinto. En la esquina solo se escuchaba el farfullo de las prostitutas que aguardaban la llegada de algún cliente soberano.

Fue entonces cuando a un par de metros, vi de espaldas aquella figura humana, agraciada, poco esbelta, blanco de mi furia. Vestía una falda negra muy corta, clásica, con aberturas a los lados, y una blusa muy ceñida a su cuerpo revelaba la falta de armonía en su silueta. Su género, lo desconocía, pero asumí una presencia masculina por su torpeza al andar de sus tacones. Ella como siempre aun no perdía la esperanza de encontrar detrás de algunos vidrios el rostro de su próximo cliente. Ya las otras prostitutas se habían marchado y solo quedaba mi victima y mi ira.

Caminé más rápido y con un poco de desesperación. Fue entonces cuando me acerque tanto que mis ojos miraron los suyos y se clavaron en ellos como dos proyectiles de guerra. El momento era extenso. La noche, muy próxima a su fin, me insinuaba al oído que ya había llegado el momento de acabar con mi angustia. Sin embargo no me apresuré, mas bien lo disfruté. Apreté entonces el cuchillo que llevaba en las manos y que había sido mi dulce compañía durante el trayecto y arremetí contra su cuerpo debilitado por el trajín y una vez posesionado de su abdomen extraje el cuchillo y lo volví a introducir y así muy lentamente lo hice una vez más, y una más, y una más...

Afortunadamente su cuerpo allí tirado en el asfalto permanecía con signos de vida. Aun podía oler su miedo, percibía su angustia y eso me llenaba de placer, era satisfactorio sentir como su vida se iba en su último respiro. Entonces tomé nuevamente con fuerza el arma que tanto me había hecho avanzar… pero esta vez el blanco fueron sus ojos, sus tristes ojos pardos que imploraban por su vida, la sangre brotaba como lágrimas; fue entonces cuando llegué a mi mas alto punto de placer, el clímax, la meta, vi como su alma se despedía de su cuerpo y pude entonces irme en paz…


Sol Teresa Pinzón Sierra

PELIGROSA VANIDAD

¿Saben que es estar jodido? Estar jodido estar postrado en una cama muerto del aburrimiento frustrado de no poder moverte porque el mínimo movimiento que hagas hace que tu pene arda. Si hace una semana alguien se hubiera tomado el trabajo de explicarme no como era sino como la iba a pasar después de la cirugía hubiera mandado todo a la mierda.

Ayer me levanté a las 06:20 am después de haberme acostado a las 4 porque la verdad la idea de que me cogieran el pene y me lo rebanaran cual pepino no me agradaba y me tenía inquieto, aun así después de bañarme y mentar madre porque tenía hambre y no podía desayunar arranqué para la clínica.

Al llegar a la clínica y ficharme subí al piso donde cordialmente me recibieron mi cirujano mi anestesiólogo y la camada de mujeres que iba a ver mi pene en su más grotesca forma así que después de ponerme mi batita y escuchar como me molestaban jugando a quien me iba a afeitar solo pude acostarme en la camilla sonreír y decir “yo ya lo hice ayer” todo mientras recordaba ese ritual maquiavélico en el que dos cuchillas extremadamente filosas se deslizaban de la manera mas intrépida sobre aquella única cosa que no podría reemplazar con nada.

Lo siguiente es mas sencillo si lo describo de la siguiente manera: Después de que la enfermera (que estaba buena) frotara y lavara mis partes íntimas con isodine sólo puedo decir -dormir- “ahh ya terminamos” y para la casa “de one” una noche de trasnocho por 45 minutos de mutilación. He aquí donde comienza lo divertido del asunto, ya que como un ciego al que operan y comienza a usar los ojos la luz le molesta a mi me molesta el mínimo contacto con mi nuevo “desprepuciado” pene, y es q todo es así porque el uso de ropa interior te molesta y pues ni modo de no usarla xq la ropa normal incomoda más aún.


Entonces, he aquí mi adelanto de esta nueva experiencia:

1) La TV es mala porque hay viejas en bikinis hay culos y tetas por todos lados así que todo eso produce erección y por ende dolor y en el peor de los casos ruptura de un punto o todos,

2) El Internet es malo porque en él hay porno o pelás a las cuales les gusta coquetear y demás cosas que te llenan la imaginación de basura y por ende nada sale bien,

3)Llas visitas son buenas porque te distraen a menos que sean amigas demasiado buenas o ex-novias o novias que solo te causan mas daño con toda la expresión de la palabra,

4) Bañarse es incómodo, el agua esta muy fría o muy caliente y el rose de ésta sobre tu miembro es algo doloroso

…Fuck! sáquenme de aquí!


Alberto Mario Henríquez Guerra


LAS ULTIMAS HORAS DE MI VIDA

Si estoy destinada a morir mañana
con mucho dolor
aceptaré mi partida
lloraré por ti
por nosotros
por lo que nunca pasó

Pero a la vez me colmaré de alivio
alivio por los problemas que se desvanecerán
no mas preocupaciones
o disgustos
adiós a las desilusiones
y a los sueños que no se hicieron realidad

Y en las últimas horas de mi vida
estaré a tu lado
hablaré de nuestro pasado
de todo lo que quise que pasara
de todo lo que deseaba


Eres tu
con el que quiero compartir
mis últimos momentos

Porque has sido tu
el único que me ha entendido
el que prometió saltar

al instante en que me esté ahogando
el que prometió escuchar
las canciones más tristes que yo canto

El que nunca me juzgó
y en ningún momento me abandonó

Y por eso digo
si estoy destinada a morir mañana

aceptaré mi partida
porque sé que te tuve a ti en mi vida

Feliz me iré
sabiendo que a mi lado viviste

saber que ahí siempre estuviste
pero sobretodo
que me quisiste



Laura Catalina Escobar Blanco

AHOGANDOME EN TUS OJOS

Todo el tiempo desperdiciado,
Todo el tiempo que he ocultado esos sentimientos que por ti he tenido,
Esa sensación impactante que sólo contigo percibo.
Tu mirada penetrante, que al mirarme me congela
Esos suaves labios que al besarme me acarician
Tu voz, que con tan solo escucharla me pone bajo tu encanto
Tu presencia que me estremece

Eres un enigma...que aún no descifro
Eres el paradigma de mi amor
Lo que he sentido por ti, por nadie mas ha sido

Pero al percatarme me doy cuenta que todo es una farsa
Que todo lo que me has prometido son patrañas
Tu confusión y tu perplejidad
Son toques finales a mi alud

Eres algo inusual
Que cuando al traerme felicidad
La acompañas con tristeza

Y mi corazón solo recuerda
Esos buenos momentos vividos
Y se olvida del dolor
Que ya contigo ha sentido

Y me abrumo en tus ojos
En esa mirada que me hipnotiza
Pienso si justifica todo el esfuerzo, todo el sacrificio
Todo lo que he abandonado por tan sólo estar a tu lado

Pero solo tú me puedes liberar
De estas circunstancias donde mi mente esta confusa
Dime si vale la pena esperar
Dime si soy yo
La causa de tu confusión


Laura Catalina Escobar Blanco

lunes, 24 de septiembre de 2007

EL BUS: Una vitrina hacia el Mundo

El transporte público. Medio de movilización odiado por unos, evitado por otros, pero necesitado por todos en alguna etapa de su vida.

Al dirigirme caminando al lugar en el que me corresponde tomar el bus que me llevará a mi destino, pienso que al igual que los días anteriores, la mañana se revela con cierto aire húmedo que anuncia una precipitación sobre la ciudad en las horas venideras. Cruzo la calle, y al subir al andén, divisó a lo lejos los colores característicos de mi línea de bus, ya que las letras son todavía borrosas para mí a esa distancia y más con las dioptrías negativas que poseo, y que insisten en aumentar sin que yo me percate de ello. Al acercarse mi vehículo, decido detenerlo, digo decido, porque en primera instancia, tengo el poder de frenar a mi carruaje con solo levantar levemente mi brazo, sin importar la velocidad que este tenga previamente. En segunda instancia, porque mi ciudad a diferencia de otras que conozco, tiene la ventaja de brindarle a sus ciudadanos la cortesía de poder detener a sus buses en el lugar que les parezca más conveniente. Aunque eso signifique que en algunas ocasiones, el conductor tenga también la cortesía de dejarte descender de su bus en la mitad de una calle.

Luego de subir, selecciono mi asiento cuidadosamente, teniendo en cuenta tanto ventilación como la dirección de los rayos solares a esa hora. Pienso que a pesar de llevar a cabo mi rutina diaria, no se aún con quien voy hablar, a quien voy a ver, si estaré de buen humor o si los hechos conspirarán en contra de mi estabilidad.

Miro por la ventana. Aún es temprano. Sobre las terrazas de algunos locales cerrados todavía duermen los que no encontraron otro lugar mejor para pasar la noche, cuento uno, dos, tres y van aumentando al mismo tiempo que disminuye la numeración de las calles de la ciudad. Me llama la atención uno de estos hombres en especial: el tiene mucha más edad que los otros, tiene barba gris, se acaba de levantar y se esta mirando detenidamente su mentón en un pequeño fragmento de el que alguna vez fue un espejo completo y tiene la concentración de quien se levanta en su propia casa a afeitarse como todos los días. Ahora me dirijo hacia el suroeste, es una calle amplia y como todas las mañanas, hay una aglomeración de gente frente al puesto de venta de periódicos, algunos van caminando, otros en sus bicicletas y otros a medio parar en sus motos, todos comentando las judiciales del día de hoy.

Cada cierto número de cuadras ascienden al igual que yo lo hice, personas dedicadas a la venta o a la comunicación de sus experiencias de vida. El primero de ellos, reparte cuchillos de cocina envueltos en un cartón, promocionado por el vendedor como poseedores de un filo perpetuo, y yo, al ver que todos adquirían armas cortopunzantes a mi alrededor gustosa acepte su ofrecimiento para poder defenderme en caso de una querella.

Alguien se sienta a mi lado, es un hombre, de unos 30 o más años. Al bajar la mirada, el vislumbra el blanco de mi bata por debajo de mi maletín, y de manera automática, parece resolver en su mente una inquietud que le preocupaba, saca un examen arrugado de su bolsillo, y me pide cortésmente que le explique el significado del procedimiento allí descrito, que curará el dolor que lo aqueja últimamente y del cual no obtuvo explicación en el lugar del que venía. La conversación finaliza con agradecimientos y con una invitación gratuita a un billar del norte de la ciudad, del que el es administrador.

No solo durante este viaje de ida, sino en el de venida (al cual no me referiré con más detalles), pude observar y contemplar a un gran número de personas diferentes, dirigiéndose a sus lugares de trabajo, a sus casas, acompañados o solos, dormidos o cantando entre labios las canciones de las emisoras. Ví gente gritarse entre si, gente dentro de sus carros pensando que nadie los observaba mientras se hurgaban la nariz, ví gente tropezar con los andenes, y gente de espaldas y de frente a las paredillas acudiendo al llamado de la naturaleza; gente hablando por celular, gente caminando de la mano y al final, ví también ríos sobre el pavimento (Ya que llovió en el viaje de venida).


Y todo esto por la módica suma de 1000 pesos.


Melina Patiño Ruiz