Me despierto del que al parecer a sido un extenso sueño. Puedo abrir mis ojos y contemplar maravillada la belleza de mi entorno. Miro de un lado a otro, arriba, abajo, todo lo observo, entre aturdida y encantada. Me percato de mi figura y noto la presencia de una única y extensa extremidad revestida de pequeñas pero suntuosas escamas doradas. Es elegante y hermosa y la puedo sacudir de un lado a otro, es mas, puedo nadar de un lado a otro usando mi espectacular e innovador accesorio. Avanzo un poco más y puedo contemplar mi hermoso vientre, por cierto muy femenino, y esa línea divisoria entre mi naturaleza humana y divina. Continúo mirando fijamente mi ombligo, un agujero pequeño y poco profundo; puedo sentir la suavidad de mi piel en ese lugar y recorro lentamente cada parte de mi tronco, advirtiendo la estrechez de mi cintura, lo abultado de mis pechos, mi cuello fino y alargado, que le da un toque de elegancia a mi estilo. Advierto el reflejo de mi rostro en el agua y con gran admiración noto la perfección de mis rasgos, unos ojos grandes de un color indescifrable, profundo, luminiscentes, como si ardieran desde el interior; pareciera que puedo verme a través de ellos.
Es placentero descubrir tanta delicadeza junta, y continúo detallando cada uno de mis rasgos por separado, hasta llegar a mis labios, mis suaves, tiernos y a la vez incitantes labios rojos intenso, carnudos, con la frescura de los petalillos de una rosa que apenas empieza a existir; me sonrío y veo mis dientes que son como perlitas plantadas de modo organizado perfectamente armónico. Mis cabellos negros, lacios y largos cubren mis pechos y llegan hasta mi cintura. Miro también mis manos, finas y delicadas, mis dedos largos y delgados, parecen frágiles, pero actúan con elegancia y exactitud.
No ha pasado más de un minuto luego de mi despertar y ya estoy extasiada con mi propia hermosura; no acabo de fascinarme cuando comprendo la finura y exquisitez con la que fui creada. Y no es necesario mirarme para estar al tanto pues todo mi entorno se ha dado a la tarea de revelármelo; la naturaleza y la magia me rinden homenaje y son ellos quienes se encargan de ensalzar mi beldad. Me levanto de mi aposento, y doy vueltas entre retozando y bailando, y es entonces cuando al modular mis labios me doy cuenta de un sonido que nace dentro de mi, se llama voz y los humanos lo utilizan para comunicarse; puedo cantar siguiendo el sonido del viento. Mi voz es tan suave y melodiosa que ya algunos intrusos se han acercado detrás de los arbustos solo para deleitarse.
No muy lejos de mi, detrás de un conglomerado de rocas puedo divisar un intruso. Es quizás el humano más apuesto que he visto; es tan blanco que casi puede cegar con el reflejo del sol, sus cabellos negros, un poco alborotados y sus labios, pequeñitos y delgados, me llaman poderosamente la atención. Mi curiosidad va más allá. Quiero saber quien es, como se llama, donde vive, a que reino pertenece, quiero acercarme y solo tocarlo, solo me conformo con eso pero al pretender hacerlo su figura ha desaparecido. ¿A dónde se ha ido? Me apresuro y corro torpemente hacia el lugar de mi objetivo y entonces me doy cuenta que ahora porto un par de piernas humanas; me entretengo ante mi nuevo descubrimiento y al volver la mirada trato de buscar a mi intruso entre los arbustos y no encuentro más que la ausencia que ha dejado su rastro. ¿Fue acaso una ilusión o una simulación de mis pensamientos?
He regresado a la laguna. Un aire de incertidumbre me embarga, una extraña sensación de soledad inminente, un vacío, algo que nunca había experimentado. Recuerdo aquella imagen fabulosa, fantástica, quizás producto de mi imaginación y en un intento por subsistir en lo atormentador de mis pensamientos comienzo a fantasear. Imagino a aquel intruso llegar de entre las rocas y con un aire de imponencia, se acerca y toma una de mis manos entre las suyas y simplemente el silencio que antes parecía incomodo, es ahora la mejor música de fondo para el momento. Cierro los ojos y siento como sus labios, pequeños y definidos se acercan, tanto que ya puedo sentir su respiración. Solo un milímetro mas y ya puedo sentir como esa dulce boca, antes inverosímil, rosa dócilmente la mía para completar el extasío del cual ya había empezado a ser presa. Con mis ojos cerrados aún, empiezo a acariciar su pecho solo para confirmar su apariencia varonil, sus pezones erectos por el placer que le engendra mi proximidad se enardecen por el deleite y el encanto.
Una vez me encuentro en mi mayor punto de sensibilidad abro los ojos y veo como el cielo se ha teñido de azul intenso por el retornar de la noche.
Fue un día corto pero placentero, ficticio pero a la vez real, perfecto pero a la vez solitario. Entonces recapacito y me pregunto ¿A dónde se han ido todos? Y es en aquel momento en el que comienzo a recordar, quien soy, de donde vengo, a donde pertenezco y cual es la atroz realidad a la que estoy sometida. Castigada por mi injuria, soy
Pero soy simplemente diferente, mi nobleza a pesar de mi naturaleza perversa y mi perfección física han provocado la envidia de todas las Nagas del reino. Me han convertido en su prisionera y me han hurtado el control de mi magia. Ahora solo de manera involuntaria ataco a cuanto intruso se me acerca utilizando el poder que se me ha dado y sufro por no poder hacer nada al respecto.
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