Ayer seco mantuve este papel,Oculto de la debilitante humedad,
Para que sin saberlo documentara,
Este sentir vació y cruel;
Pues una vez mas la ciudad me ha atrapado,
En su lluvia con tráfico espeso,
En su lluvia condenante y mortífera;
Quisiera no haber tenido tinta,
Para escribir estos opacos versos,
De un poema triste y sin luz;
Pero ya es tarde, y debo terminar,
Pero ya es tarde, y debo culminar;
Las letras que álgido he iniciado,
Rodeado del panorama sollozante,
De la urbe sucia y estancada;
Más allá de lo insomne me esperan,
Albas y ocasos solitarios e irremediables;
Me esperan más allá de lo insomne,
Ocasos y albas abandonados e ineludibles;
En el desespero mismo de la vida,
En el correr de tiempo y el negro aguado,
De esto que llamo alma de mis párrafos;
De esto que emana de mi pluma,
En la insípida calma resignada,
Para integrar mas paginas melancólicas,
Del conjunto de lo que trágico se define,
Como mis creaciones muertas;
Composiciones desprovistas de alegría,
Que suelen hacerme compañía,
En lo desesperante de mí sin motivo;
Para todos con nada,
Para nada con todos;
Quisiera encontrar el eslabón,
Que inquebrantable me encadenara al mundo;
Pero es demasiado temprano,
Para apresurarme a elaborar absurdamente,
Conjeturas absolutas y fatalistas;
Pues desconozco cuantos mañanas me sobran,
Para adornar el almanaque y brindarme vejez,
Y con ello sufrir la metamorfosis desfórmante,
Que asemeje mi apariencia externa,
A lo interno de mis entrañas tibias;
Y finalmente lucir más acorde a la razón de estos latidos,
Siendo percibido por mi entorno circundante,
Cual semi-diluido cadáver senecto.
Fernando García M.
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